PRIMERA PARTE DE LA INTERVENCIÓN DE JOSÉ HERNÁN CORTÉS EN LANZAMIENTO DE LIBRO PERALILLO ELQUI
SE VIENE LA PARTE DOS Y TRES.
SEGUNDA PARTE DE LA INTERVENCIÓN DE JOSÉ HERNÁN CORTÉS EN LANZAMIENTO DE LIBRO PERALILLO ELQUI
PARTE TRES
PARTE TRES Y FINAL INTERVENCIÓN DE JOSÉ HERNÁN CORTÉS EN LANZAMIENTO DE LIBRO PERALILLO ELQUI
domingo, septiembre 30, 2012
lunes, septiembre 24, 2012
CRÓNICA DE UN VIAJE MUY ESPERADO. CAPÍTULO I. Parte Tres
(Hernán Geisse Pérez, Beatríz González Fulle, José Hernán Cortés Pérez e Iván Salas Madrid)
CRÓNICA DE UN VIAJE MUY ESPERADO
CAPÍTULO I.
Lanzamiento del libro: “Peralillo Elqui: Tradición en hombros de hombres de
campo”.
Parte tres.
Quedamos en que en la parte uno estaba lo serio, lo formal, en la parte dos
estaba lo emotivo, la emoción de reflejar en palabras un pueblo que es más que
un simple lugar en el mapa.
Ahora en esta parte tres corresponde la palabra a los amigos peralillanos, aquellos que son reflejo de lo que dice el amigo Diego
Espinoza Navea, “Polilla”:” Los
Peralillanos somos de una ‘ralea especial’...somos
pícaros, ingeniosos para poner la talla justo a tiempo y sin groserías...
somos ‘nacionalistas’ (yo diría algo así
como ‘PERALILLISTAS’)… Peralillo primero y después el ‘resto’, somos amistosos
a más no poder (verás cómo quieren en Peralillo al amigo cuando es forastero),
poetas, buenos pa´la pelota, agricultores desde la cuna y hasta la tumba”.
(Barra del Club Deportivo Peralillo)
Sabiendo
lo que se vendría es que preparé para esa noche una presentación especial para
el primer amigo Peralillano que intervendría: José Hernán Cortés Pérez.
“Esta es noche de fiesta y ha querido estar presente un amigo peralillano
que lleva la alegría en el alma, él es el tenor de las inolvidables juntas de los Mujik,
el licenciado o ingeniero de los viajes a Argentina, el único en Chile que
vende bencina y petróleo con agua. El heredero indiscutido del padre Oscar
Messina que hoy llega con su herencia más preciada, el abrigo negro de nuestro
más recordado sacerdote.
(Padre Oscar Messina, Vidal Valencia y Ramón Ramos)
Él ha sido parte también de este hermoso libro con su artículo titulado
“Peralillo, República Independiente” , un aplauso entonces para recibir a José
Hernán Cortés Pérez, nuestro amigo PARAFINA”.
(José Hernán Cortés Pérez, fotografía de Pedro AlejandroValencia Cortés)
Su intervención está basada en un pensamiento de Gabriel García Márquez que
dice así: “La vida no es la que uno vivió,
sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”
De allí sus palabras son un recorrido por la historia de nuestro pueblo,
aquella que vivió su generación y que podemos leer en el libro. Una historia de
pobrezas y de riquezas, de alegrías y de sufrimientos, de grandes personajes en
la cultura, en el deporte y en la vida cotidiana.
(Ramón Ramos, fiesta de la primavera)
Donde destaca que la principal preocupación
de las familias y los profesores de Peralillo siempre ha sido que sus hijos e
hijas fueran personas de bien, donde el trabajo es la principal herramienta
para progresar en la vida y justamente José Hernán es un gran ejemplo de
aquello.
(Profesores Escuela de Peralillo, dirigidos por Edmundo Vidal Cárdenas, de pie a la derecha)
Yo en este artículo del blog peralillano quiero destacar las innumerables anécdotas
que contó en esa noche:
Recordó a personajes como Checho Órdenes uno de los choros del pueblo,
aquel que todo lo podía, por ejemplo, cambió el peñasco negro del Cerro Grande para
que en el verano primero le diera el sol a la casa de él, se dice que hizo solo
el Socavón, enderezó solo el canal de peralillo en varias partes, le cambió la
rueda a un camión poniéndole el hombro y con la otra mano cambiaba la rueda,
cortó unos gomeros en el bosque de Enrique Rojas y dejó puestos los palos para
el puente de Peralillo que nos une con Diaguitas.
Recordó a don Víctor Rojas el cual decía que la alfalfa en su Hacienda
de “Los Tilos” se daba tan grande que
con las ramas envaraban tomates, también que en una pampilla tiró el lazo para
atrás y se dio cuenta que su caballo “El Bandera” venía medio pesado y recién
ahí se dio cuenta que traía el cerro pontón del gallo a la rastra.
Marcos Arancibia don Marcos “tate quieto”, el cual ya medio copeteado siempre decía: “Chilo paga
todo, Chilo paga todo”.
Personajes como el apodado “Chico Carrera”, que confundía los nombres y que siempre
andaba apurado y de ahí su apodo.
Recordó también un tiempo en que varias familias como los Arias Cabrera o
los Álvarez Órdenes entre otros buscaron nuevos horizontes en Vallenar y que hicieron
esa mudanza en el camión de don Mario
Rojas “El Danubio Azul”.
También invitó a las generaciones
jóvenes de Peralillo a sentirse orgullosos de su pueblo, a saber que este
pueblo se hizo con el esfuerzo de muchas buenas personas y que tenemos la
obligación de cuidarlo y respetar a aquellos y aquellas que nos dejaron este pueblo
tan querido.
(Simón Ramos)
José Hernán cierra su intervención con otra cita de Gabriel García
Márquez que refleja y resume todo su
pensamiento:
“La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos
y gracias a este artificio logramos sobrellevar el pasado”
Yo finalmente me quedo con una conversación que tuvimos el día domingo de
fiesta, donde ambos coincidimos que el lanzamiento del libro fue muy bueno y
quedamos con una sensación del deber cumplido hacia la gran historia y los
grandes personajes de nuestro terruño.
(Junta con algunos de los mujik: Juan Peñailillo, Diego Espinoza, Miguel Cortés, Claudio Alvarado, José Hernán Cortés, Víctor Mena, Washington Ramos)
domingo, septiembre 23, 2012
CRÓNICA DE UN VIAJE MUY ESPERADO, CAPÍTULO I, parte dos
CRÓNICA DE UN VIAJE MUY ESPERADO
CAPÍTULO I.
Lanzamiento del libro: “Peralillo Elqui: Tradición en hombros de hombres de
campo”.
Parte dos.
Quedamos en que hasta la parte uno llegaba lo serio de la ceremonia …, de
hecho ya a esa altura se notaba la cara de relajo y también de sed en los
rostros de los amigos involucrados, era cosa de mirar a Hernán Geisse, a
Polilla, a Parafina y al Cano que ya sabían lo que se venía.
Se venía lo emotivo, la emoción de reflejar en palabras un pueblo que es
más que un simple lugar en el mapa.
Se venía lo netamente peralillano, lo que distingue a este libro de otros
que el
mismo intendente había mencionado.
Por esto la presentación del libro tiene que ser leída con la visión de un
peralillano de tomo y lomo, para intensificar eso insertaré algunas fotografías
que van matizando las palabras con imágenes gráficas.
PRESENTACIÓN
DEL LIBRO: “PERALILLO ELQUI: TRADICIÓN EN HOMBROS DE HOMBRES DE CAMPO”
En
primer lugar, hay que resaltar que tener la posibilidad de dejar
testimonio escrito sobre un pueblo es
una gran responsabilidad, principalmente porque los pueblos, cualquiera sea su
tamaño y sus características, son
entidades dinámicas, multifacéticas y, por lo tanto, subjetivas.
Entonces, el pueblo que se retrata en estas
páginas no necesariamente es el pueblo que todos recuerdan, del que todos
hablan o el que todos viven a diario.
A pesar de esta situación
indesmentible, el retrato que entrega “Peralillo
Elqui: tradición en hombros de hombres de campo” es absolutamente válido; sobre todo si
consideramos la línea investigativa utilizada, en la cual durante más de un año
se consultó actas oficiales, documentos eclesiales y testimonios de diferente índole;
lo cual lo convierte en un verdadero estudio de campo y finalmente en un
documento fundamental no sólo en nuestra historia pueblerina, sino también de
la comuna y de la región.
Seguidamente,
aprovecharé esta instancia para tratar de resolver una interrogante que me
persigue desde hace años:
¿Qué tendrá nuestro pueblo de
Peralillo Elqui que se escribe tanto sobre él?
Mucho
ha tenido, mucho debe tener y mucho
tendrá en el futuro, sobre todo, a la luz de este tipo de publicaciones y con
la existencia de personas tan amantes de su terruño como Hernán Geisse Pérez y Rodolfo
Mura Cortés autores de este libro.
Antes
que todo, el pueblo de Peralillo, tiene
una historia grandiosa como los cerros tutelares que lo amparan y lo abrigan
desde el alma más profunda de la tierra Elquina; tiene una historia hecha por
hombres y mujeres extraordinarias, que no sólo dijeron que amaban a su pueblo,
sino que lo demostraron con hechos, con acciones y sobre todo con evidencias
tan concretas y excepcionales como este libro que hoy nos convoca.
Muchas de esas evidencias fundamentales
todavía las podemos ver hasta el día de hoy, podemos ver el pueblo en su
amplitud mayor, desde la Capel hasta el límite con Andacollito; incluyendo como
corresponde los sectores de El Durazno, Villaseca, Sector Centro, Lourdes, el
Sector Oriente, el Asentamiento y el sector El Río. Todo esto no se ha hecho
solo, fueron y son personas esforzadas,
las que dieron y dan cada día sus energías para
formar tanta historia.
Todo esto es parte de la conciencia pueblerina
que hoy presentamos en este bello libro, la cual conforma una identidad
tan particular que de inmediato nos
lleva a preguntarnos ¿qué es ser Peralillano?
Y de inmediato surgen muchas respuestas que
pretenden describir a este ser tan especial como querido:
Ser
Peralillano es amar entrañablemente al
pueblo que te vio nacer, es añorarlo siempre y donde estés. Es ponerte
melancólico cuando se te pierde el Cerro Grande y por eso, según palabras del
loco Cano Ramos: “el Peralillano cuando se
va, lleva en sus bolsillos una piedra del cerro Grande para calmar la nostalgia
por el terruño”.
Ser
Peralillano es querer ver a su gente
tanto en el pueblo como en otros lugares del país y al encontrarse con ellos
sentarse a conversar como si fuera en el Club Social, en el Skylab, en el
Llanero, en el Coloso Tropical, en los tiempos pasados de la lejana Coneja, en
el almacén de los Fábrega de las Cuatro Esquinas, en el almacén de doña Chila y
Manuel Rivera, en el Pool de la esquina, en la panadería de don Juan Olguín, en
el almacén Victoria de don Manuel Rojas, en el almacén de doña Alicia Aquez, en
el almacén del Carlos González y hablar
por horas como si sólo ayer hubiéramos partido.
Incluso
es repetir las numerosas tallas pueblerinas de siempre y volver a reír con
ellas como si nunca las hubiéramos escuchado. Por eso y mucho más, como dice el
amigo Diego Espinoza Navea, “Polilla”:”
Los Peralillanos somos de una ‘ralea especial’...somos
pícaros, ingeniosos para poner la talla justo a tiempo y sin groserías...
somos ‘nacionalistas’ (yo diría algo así
como ‘PERALILLISTAS’)… Peralillo primero y después el ‘resto’, somos amistosos
a más no poder (verás cómo quieren en Peralillo al amigo cuando es forastero),
poetas, buenos pa´la pelota, agricultores desde la cuna y hasta la tumba”.
Ser
Peralillano es saber tantas cosas del pasado reciente o lejano, sorprenderse al
saber por ejemplo, que hace muchos años
la cancha de fútbol tuvo un sistema de iluminación, que se pudo jugar partidos
nocturnos y que todo eso salió del esfuerzo de muchos que ya se han ido, como
mi querido tío Manuel Madrid Aguirre. (QEPD).
Saber
cosas como que el muro que está en el principio del callejón a Lourdes, donde
se sienta tanta gente, fue el paradero de la micro Vía Elqui y que justo ahí en
la casa de la tía Nelly Rojas y Enrique Madrid, se vendían los pasajes para
esas micros. Que hace mucho tiempo
atrás, por ahí cerca salían los camiones con los primores del pueblo hacia
Santiago y otras ciudades del país, llevando los ajíes, tomates, zapallos y
tantos otros productos que sirvieron para dar prestigio y riquezas a nuestro
pueblo. Saber que esa Cooperativa
Agrícola Elqui es muchísimo más que sólo
esa etiqueta que todavía sobrevive por ahí y más que esa casona que se niega a
caer a pesar del paso implacable del tiempo. Saber que ahí al lado estaba el
teatro del pueblo donde gran parte de los viejitos y viejitas lindas del pueblo
mostraban en su juventud sus dotes artísticas y además se recibían artistas
venidos de muchas partes del país.
Ser
Peralillano es haber vivido entre huertos, canales y acequias, entre cerros y
el río. Es haber dicho más de alguna
tontería o garabato en los clásicos deportivos, ya sea en la barra del CD
Peralillo o en la de Unión Lourdes. Es
tener el terral metido en el espíritu, saber que la lluvia es bendición del
cielo y que el padre Oscar Messina nos cuida a todos sentado con su sotana
negra allá en la diestra del Dios Padre y que acá en la tierra en estos tiempos
nos cuida el padre Rafael Rojas Larenas.
Ser
Peralillano es haber subido al Cerro Grande al menos una vez, es tomar agua de
salvia, es haberse asustado más de
alguna vez en las cercanías del Socavón, es añorar las añañucas y los
dulces de membrillo.
Es orientarse claramente con las expresiones: “p’ al alto, p’ al bajo, p’ arriba, p’ abajo”. Es entender clarito cuando te digan que “alguien se fue por dentro”, “a la cabina Don Boris”, “si pus juancla”, “una chispa loco”, “pillo banca” “pega finalizada, pega fiada”, “ña Berta” y tantas otras expresiones pueblerinas.
Es orientarse claramente con las expresiones: “p’ al alto, p’ al bajo, p’ arriba, p’ abajo”. Es entender clarito cuando te digan que “alguien se fue por dentro”, “a la cabina Don Boris”, “si pus juancla”, “una chispa loco”, “pillo banca” “pega finalizada, pega fiada”, “ña Berta” y tantas otras expresiones pueblerinas.
Ser
Peralillano es escuchar: “En el nombre de
patria entonemos, con fervor nuestro canto escolar y en la escuela materna
forjemos, la grandeza de Chile inmortal.
Peralillo mi pueblo querido, bondadoso nos une al plantel… “ … - el
himno de la Escuela Edmundo Vidal Cárdenas-
y poder seguir su letra y melodía
hasta el final, porque se nos quedó grabado en lo más esencial de nuestro ser,
como es el alma de la más tierna infancia pueblerina y escolar. En esa
infancia estaban los maestros y maestras
de siempre y personajes no siempre reconocidos como el “chinito mimi”, doña
Clara, la señora de Milla y mi tía Isa en la cocina. En esa infancia también conocimos el fuerte
aroma “acusete” de las mandarinas del potrero de don Enrique Rojas o las
galletas duras como piedra que nos daban en ese desayuno escolar.
Ser
Peralillano es haber escuchado muchas veces en la fiesta del Carmen “Viva
Peralillo Católico”, “Viva la Virgen del Carmen” y saber que el “Viejito de la Pala”, el amigo
Víctor Ramos era el que lanzaba esos gritos a los tibios vientos primaverales
de Septiembre.
Ser
Peralillano es haberse emocionado en el más grande fervor religioso, tanto con
los sonidos del viejo armonio de la Iglesia en las manos de Patricio Ramos y
las voces de consecutivos coros que cantan a la Virgen Santa del Carmelo, como
también vibrar con los retumbos de los tambores y cajas del baile chino.
Ser
Peralillano es haber cantado más de una vez en alguna parranda a los sones de
la guitarra de Pedro Ramos, más conocido como el “Quelo”, que tan temprano nos
dejó. Y haberlo hecho en compañía de “Los santos del Ritmo”.
Haber vivido de más de alguna manera la bohemia peralillana con su figura máxima Mercedes Liberata Rojas y reconocer su famosísimo “ a no po, rubio”.
Distinguir clarito la voz del Casilda en algún boliche pueblerino y saber que seguirá cantando por horas y horas.
Haber vivido de más de alguna manera la bohemia peralillana con su figura máxima Mercedes Liberata Rojas y reconocer su famosísimo “ a no po, rubio”.
Distinguir clarito la voz del Casilda en algún boliche pueblerino y saber que seguirá cantando por horas y horas.
Ser
Peralillano es saber, por ejemplo, quien
es este maratónico cantor “Casilda”, pero no tener idea que se llama Aquiles Torres; poder decir que
sobrenaturalmente conocemos al “Cuco” o
“diablo”, el cual tiene un autopacto, porque no se le notan los muchos
años que tiene, pero no poder decir el nombre y apellido de Rubén Ramón Aguirre
Aguirre; conocer al “Churo”, haber escuchado su miles de chistes, haberle
quedado debiendo algunos kilos de pan, pero no poder indicar que se llama
Genaro González Leyton. Saber claramente
quien es el Tato, pero no saber realmente que su nombre es Wilfredo Ramón Rojo
Araos.
Ser
Peralillano es esperar las fiestas patrias con ansias, haber vivido a concho la
Pampilla en la medialuna y las carreras al cerro de la bandera; haber visto más
de alguna vez esas cuecas “hermosamente correteadas” del “chico tomacho” con su
esposa; asombrarse de la pinta de Pedro Mario Rojas y jurar haber presenciado
que el Mingo subió de un solo tirón el “palo ensebado”, medio cura’o , muchas
horas después de que ya todos se habían rendido ante la porfía de un palo
demasiado difícil.
Ser
Peralillano es conocer al “Culillo” y si te preguntan por Guillermo Godoy Pérez
decir que no lo conoces y que el eterno
“Paisano” es Eulogio Presbiterio Cayo, el viejo más joven del pueblo, ya que su
recién sacada cédula de identidad tiene 22 millones y algo, lo que lo da como nacido más o menos en el año 2010.
Ser
Peralillano es apostar una media docena de las “heladitas” a que el “Pantano”
tiene también como apodo “Jore” y no saber que ese es su verdadero nombre.
Ser
Peralillano es alegrarse de lo bien que le ha ido en la vida al gran personaje “Caliente la tierra” y
sorprenderse que su nombre en las chequeras es Alexis Salazar y entender que todavía le encante andar a “pata
pelá” por la vida.
Ser
Peralillano es ser cuentero y, jurar a los cuatro vientos, que sabemos el
número exacto de los integrantes de cada una de las familias más numerosas del
pueblo: los Alcayaga, los Michea, los Cortés, los Rojas, los Barraza, los
Espejo, los Ibacache, los González, los Ramos, los Valdivia, los Olivares, los
Durán, los Arias, los Jiménez, los Cabello, los Gálvez y tantos otros.
Ser
Peralillano es ser pariente de casi toda la gente del pueblo, que los “viejitos
y viejitas lindas” del pueblo te traten de “Jovencito”, cuando ya tienes casi
medio siglo.
Ser
Peralillano es recordar por su apodo a
algunos de los que se han ido y negarse a decir sus verdaderos nombres y
apellidos por respeto a los difuntos;
entre otros el cantante, el chacal, el murciélago, el chumingo, a mi tío
malulo, don reca, el turco, el pachanga, el tabo, a don pipo, el chico Ernesto,
el pindy, el milo, el coco , el pique,
el peruca, el cortinez, el charro negro, la toya, y a la querida Mirza Rojo que en realidad era Mirta Rojo, entre
otras y otros.
Ser
Peralillano, en esto de los muertos, es
sentir un extraño orgullo al decir que en Peralillo se nos van de a dos y que a
todos y a todas se les acompaña en su misa de sepultación y que, en su último
viaje, el pueblo se detiene y se pone a
disposición de los deudos para despedir a sus hijos o hijas.
Ser
Peralillano es sentirse identificado al leer estos versos de Mayo Muñoz,
importante poeta nortino que alguna vez nos visitó, que dejó plasmada su impresión en un poema
que dice:
¡Enhorabuena, Peralillo!
sempiterna belleza de ese valle
al que un día benigno me invitaste!
Melopeando unos versos de Gabriela
con ronca voz del río a mis espaldas.
De pronto junto al Grande, Peralillo,
con su iglesia de palmas centenarias
y sarmientos de torcidas tijeretas.
Allí vas cobijado en la natura,
en piedras lagartijas sobre piedras
con el sueño eterno de las pircas
y espinas de mi canto en el copao.
Hoy llega a mí la flor de la ceniza
la prístina dulzura del cadillo
que grácil abejea los primores.
Vibrante luz rastreando mis aperos,
desaguando la miel de esa distancia
con vinos parlanchines de tu pueblo.
La espléndida alcuza de tu mesa
hormigueando sinuosa en la cocina
con la azúcar quemada para el mate
ahuyentando dulzona el aguacero.
Afuera, la virgen palidez de los collados
y al fondo, más arriba, hacia el levante
la moldura salvaje de la sierra.
Yo aquí por el momento en esta vena
vine a parar de pronto mi andadura
y hoy por vos alzo mi copa
¡Enhorabuena, Peralillo, enhorabuena!
Por
último, ser Peralillano es mucho más que
todo lo que yo pudiera decir en estas
líneas de presentación, por eso ahora se callan mis palabras y los dejo en la ansiosa lectura de “PERALILLO
ELQUI: TRADICIÓN EN HOMBROS DE HOMBRES DE CAMPO”.
Iván Amadeo Salas Madrid
Iván Amadeo Salas Madrid
Profesor de Lenguaje y Comunicación
Profesor con Asignación de Excelencia
Pedagógica del MINEDUC (AEP)
Perteneciente a la Red Maestros de
Maestros del MINEDUC (RMM)
Tutor de la Pontificia Universidad
Católica de Chile
Coordinador de Comunidades Docentes
MINEDUC
ANTE TODO PERALILLANO
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