lunes, julio 27, 2009

PERALILLO EN YOUTUBE

AHORA ESTO ES PARA VER....














jueves, julio 16, 2009
















ORIGEN DE MI VOCACIÓN DE PROFESOR

Dentro de las tantas iniciativas gubernamentales para celebrar el próximo año nuestro bicentenario patrio, el MINEDUC está organizando una publicación donde se refleje el sentir de los docentes chilenos, sus historias, sus satisfacciones y decepciones en la vida docente. En este contexto, me llegó una invitación como representante de la región de Arica y Parinacota a participar con la narración de una serie de aspectos que posiblemente aparezcan en esta publicación.
Entonces, en este artículo del blog voy a poner un fragmento de ese texto mandado al mineduc; obviamente este relato tiene que ver con Peralillo y con mi persona. Específicamente el fragmento tiene que ver con aspectos biográficos que expliquen la vocación de profesor, ahí se los dejo y espero no ser demasiado autorreferente:













"Mi terruño natal es el generoso y místico Valle de Elqui, por lo cual el campo del norte chico vio mis primeros pasos sobre todo en miles de aventuras infantiles en la infinidad de huertos, viñedos, cerros y demás lugares de mi querido pueblo de Peralillo Elqui. Mi familia una clásica familia campesina dedicada a la siembra de tomates, ajíes, uvas, zapallos y muchas otras hortalizas y frutales; pero este grupo familiar no era tan típico, ya que mi madre, Alicia Madrid, tenía una educación mayor que el promedio de la gente del pueblo y sobre todo un tío, el querido y recordado Humberto Madrid, alias “Chicuelo” tenía una gran afición a la literatura heredada de su padrino el poeta e investigador elquino Alfredo Pinto Iglesias, por lo cual en su casa llamada “Quinta Aurora” habían miles de libros, revistas, cuadernos, diarios, periódicos, etc. Me veo en el recuerdo leyendo las cientos de ediciones de las Selecciones del Reader Digest donde hablaba el pulmón de Juan , donde seguía los records de Guinnes y tantas otras novedades que llegaban cada mes; también me encantaba las enormes colecciones de la revista El Peneca que me llevaban en las alas de sus páginas con una mezcla de aventuras y enseñanzas, seguía fervientemente las aventuras de Simbad el marino, las enseñanzas de múltiples artículos sobre temas tan variados como las comidas típicas de Chile o las tribus más famosas de África. Resumiendo, en esta parte de la familia materna está una de las vertientes mayores de mi vida posterior dedicada a la docencia.


Por otra parte, mi educación básica se realizó en la pequeña escuela pública del pueblo a cincuenta metros de mi hogar, en esa época se tocaban dos campanas para llamar a los alumnos a sus aulas: una primera a las 7,50 y la definitiva a las 8,00 horas; muchas veces la primera nos despertaba con mi hermano Rodrigo, ahí escuchábamos el grito de mi padre que decía a los cuatro vientos que “si no íbamos a la escuela le teníamos que ir a ayudar al potrero” escuchar eso era un motivo más que suficiente para levantarnos, alcanzábamos a lavarnos la cara, apenas vestirnos y salir corriendo para llegar a la hora o apenas atrasados, pero ahí estaba en la puerta el querido auxiliar Luis Araos, el “chinito” que nos dejaba pasar con una sonrisa amable, diciéndonos siempre que era la última vez…; incluso recuerdo con asombro que muchos de los recreos escolares yo los pasaba en mi casa, junto a mis compañeros, jugando entre naranjales, viñedos y tomando desayuno con mi madre. Si no íbamos a mi casa, las tías de la cocina de la escuela, la tía Isa, la señora Milla y la tía Clara nos regalaban esas grandes y duras galletas de la antigua merienda escolar junaeb y con eso pasábamos hasta llegar a la casa al almuerzo.

Esa escuela básica era y sigue siendo el centro neurálgico del pueblo, en ella se desarrollaba todo tipo de actividades aparte de las propiamente educativas, reuniones, eventos benéficos, era sede de las diferentes organizaciones del pueblo, era lugar de albergue por algún temporal, un temblor, etc. Por todo esto y mucho más, la escuela y sus integrantes, sus dependencias y todo su quehacer no sólo llenaba mis horas propiamente escolares, sino también la mayoría de los otros momentos que forjaron mi vida actual. Por supuesto, que en mi pueblo la figura del profesor era y sigue siendo respetada en la actualidad como una verdadera autoridad y un modelo a seguir; es altamente gratificante la celebración del día del profesor en mi pueblo, donde además de las típicas actividades escolares el propio día 16 de octubre, el pueblo en masa y todas sus organizaciones comunitarias celebran durante una semana a sus profesores de la escuela e invitan a los profesores que viven en el pueblo en asados y varias otras muestras de cariño y agradecimiento por la labor formadora. También debo reconocer en toda esta rica vida escolar otra vertiente de mi vocación pedagógica.

Por otra parte, mi pueblo natal Peralillo Elqui, al igual que el resto del Valle, a pesar de ser un pequeño poblado agrícola, es pródigo en poetas y en profesores, sobre todo en grandes maestros; cómo no recordar a todos mis queridos profesores y profesoras de la escuelita básica quienes la mayoría eran oriundos del pueblo, mi madrina Rebeca que también estuvo en mis primeros pasos escolares y que orgullosa me entregó el premio a mis 12 años al haber tenido el mejor promedio de la escuela en ese año. Un punto aparte en este tema es que hay una familia peralillana de amigos cercanos, compuesta prácticamente de un 80 por ciento de docentes, la por mi llamada “Cofradía de los Ramos”, que han aportado a la educación chilena con muchos profesores en distintas áreas, de hecho parte de mis influencias en la docencia vienen por esa vertiente y especialmente en el área de profesores de castellano, actualmente llamado Lenguaje y Comunicación.

Seguidamente, mi ingreso al liceo, significó tener que viajar todos los días a la cercana ciudad de Vicuña donde el culto a Gabriela se respira igual que el limpio aire del valle; por ejemplo, allí es notable que muchas veces las clases de castellano del liceo se realizaran a dos cuadras en el propio museo Gabriela Mistral y en la réplica de la casa donde nació la insigne poetisa y maestra. Por lo tanto, las semillas que se sembraron en la infancia pueblerina pudieron germinar y empezar a crecer con fuerza en mi interior esperando sólo dar el gran salto a la vida universitaria y con una dirección obligada con tanta obviedad que sólo al tiempo después pude constatar. Por eso mismo llegué a la carrera de pedagogía en castellano de la naciente Universidad de Tarapacá de Arica, ciudad a la que arribé por tener gran parte de los familiares maternos en esta ciudad"