domingo, octubre 09, 2005


UN RECUERDO QUE MÁS PARECE UNA LEYENDA…

No recuerdo exactamente el año, pero debe haber sido por allá por el año 1980 o antes, no recuerdo exactamente los hechos, pero mi memoria en este sentido es más afectiva que precisa, por eso es que eternamente esos hechos van a quedar como los escriba hoy, aunque la verdad sea otra y los hechos hayan ocurrido de una manera muy diferente. (Tampoco sé si me gustaría averiguar lo que realmente pasó)

En esa ocasión, el Club Deportivo Peralillo había desarrollado un excelente campeonato y estaba puntero junto con uno de sus eternos rivales el Club Deportivo San Isidro, todos los domingos se esperaba que alguno de los dos dejara algún punto y permitiera que el otro se ubicara solo, como puntero absoluto, pero no fue así y llegamos al último partido en nuestra casa, en la cancha de Peralillo.

La preparación del partido fue como era siempre en esos tiempos, mucha gente en la reunión, en la sede y todos hablaban del tema “el partido del domingo”; algunos de los más jóvenes empezamos a pensar en que podíamos hacer, de allí surgió la idea de usar los instrumentos de la banda escolar, se sacarían el día del partido y los llevaríamos a la cancha para apoyar a los verdes. Los días pasaron y el típico consejito a los jugadores “cuídate, pal domingo puh cabrito”, que cada peralillano aprovechaba de decir a la pasadita, aunque todos sabíamos que los verdes estaban más que concientes de que no podían fallarle al pueblo completo.

Y llegó el día del partido, el almuerzo se hizo rápido, había que llegar luego, me acuerdo que partimos con el Dixon Pérez, el Cristian y otros con los instrumentos metiendo bulla desde el mismo pueblo hasta la cancha, allí ya había harta gente, los del asentamiento se iban por el otro callejón así que solamente en la cancha nos encontramos, mucha gente; había también gente de otros pueblos de Andacollito, de Diaguitas, de Miraflores, de Vicuña y también de nuestros rivales de San Isidro.

Los peralillanos habían llevado la bandera y nosotros con los bombos, las cajas y las trompetas empezamos a alentar a los verdes y el infaltable “Chumingo” se paseaba desafiando con su “cincuenta los verdes”.

Y entran los verdes a la cancha: un dos tres PERALILLO, a ganar, ¡Arriba los valientes luchadores! Surge de la barra y empieza el canto tan recordado, que los antiguos nos transmitieron con tanto corazón y que lleva la melodía de una tarantella italiana (algo así como funiculi, funicula).

(Aquí es donde la memoria se torna más afectiva todavía, ya que la imagen que tengo de los que jugaron esa vez se relaciona con una foto que hay en la sede de un partido del regional de campeones en La Portada de La Serena y que no sé si es el mismo equipo, pero en fin así es la leyenda)

Llegó el pitazo inicial, (habrá arbitrado el mítico “Negro Pepe”), empezó el partido y los bombos, las cajas y las trompetas se hicieron más bulliciosas todavía, todo se hizo verde-blanco por un lado y amarillo-negro por el otro, corrieron los minutos y nada, todo era tensión el “churo” Olivares seguro en el arco conjuraba cualquier ataque de los sanisidranos y el rubio Ortiz se aseguraba de no dejar pasar los tiros peralillanos del “yayo” Arias, del “cano” Ramos y los ataques del Jaime con el “Nene” Michea que insistentemente llegaban al arco rival. Los gritos de la barra peralillana empezaron a sentirse, ya que no llegaba el gol: “De emboquillada, cabeza con agua” de Don Ismael Astorga; “Corre, you” de Don Kako Arias, “Tócala, viejo loco” del “pachanga”, el Lucho Michea se paseaba fumando en el borde de la cancha y pasaban los minutos, el primer tiempo y el segundo, quedaba muy poco

Hasta que llegó el momento que si tengo clarito en la memoria, un foul a treinta metros del arco rival, no había duda era el turno del Jore Michea, este si era gol, este era el gol del campeonato. Se produjo un silencio total, los bombos, las cajas, los gritos y las trompetas se callaron y sólo quedaba la ansiedad; el Jore ubicó la pelota, el rubio Ortiz puso una barrera de cinco hombres y el valle dejó de respirar un segundo, el “cerro grande” se acercó un poco más para ver y vino el tiro con toda la técnica del mejor jugador que ha pasado por los colores del Club Deportivo Peralillo, al angulo superior izquierdo, hacia el río, y el rubio Ortiz llega al balón, pero el tiro iba tan fuerte que le dobla las manos y la pelota entra al arco: GOOOOOLLLLLLLLL de Peralillo, GOOOOOLLLLLL y todos corrimos a la cancha, todo era grito, yo dejé la caja botada y partí corriendo al centro donde ya estaba la mayoría de la barra, y la bandera, todos saltaban, se abrazaban, algunos lloraban, otros perseguían al Jore que corría por todos lados. De allí a entonar el himno fue sólo un segundo: ¡Arriba los valientes luchadores, peralillanos, peralillanos, al aire van flotando sus colores, Peralillo siempre ganará junto a ellos su barra estará…

No sé cuanto duró ese momento, pero para mí solo hoy que lo escribo ha terminado y se ha ubicado en el mundo virtual y eterno de la leyenda.

De allí a reanudar el partido, los minutos que faltaban que no tengo noción de cuanto era, pero llegó el final y todo era alegría, todos al centro de la cancha nuevamente y de nuevo el himno. Varios minutos después se decide bajar al pueblo así no más con los jugadores vestidos con sus ropas deportivas y empezamos a correr gritando y cantando, esa no fue una vuelta olímpica de campeones, sino un trote de casi un kilómetro hasta el centro del pueblo, donde me acuerdo que corría junto al Nicolás Valdivia y al “Cocos Duros” Valdivia su hermano, que siendo pequeños ponían un corazón enorme en la cancha.

Aquí nuevamente se me aparece la neblina del tiempo, parece que había algo en el centro del pueblo, no sé qué, pero los jugadores con sus vestimentas verdeblancas fueron recibidos como héroes y comenzó la celebración y la sede se llenó de gritos y cantos: La barra que hemos traído viene dispuesta a gritar y a alentar a Peralillo… adelante peralillo, que me altera tu manera de jugar, adelante los campeones que con goles ganarán…(Este canto se hace con la melodía de la Batelera).

Y así pasaron las horas y ya muy tarde recuerdo la clásica retirada de los jugadores, la mayoría todavía con ropa deportiva, con el copete encima y por el frente de mi casa pasa el Jore Michea con su caminar cansino hacia su casa como tantas otras veces lo vería pasar al viejo “pantano”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vancho.
Emocionantes palabras!! es bonito volver a recordar, todas esas alegrias que te entrega el futblo!! Yo igual soy hincha de peralillo , aunque no estuve en ese partido, onda por que todavia no nacia!!!!), pero igual me empocionaron tus palabras...Mentalmente canté el himno!!
saludos desde antofagasta!!!!