sábado, abril 21, 2007

ARTÍCULO PRESENTADO EN EL SITIO www.chile.com

La Ruta del Pisco

El Valle del Elqui es reconocido por el exquisito licor que allí se produce...


No pasa inadvertida la fama del valle del Elqui con sus grandes plantaciones de vides que acompañan el camino una vez tomada la ruta hacia Vicuña. Una innumerable cantidad de letreros, avisos comerciales y hasta torres de agua pintadas con colores de los piscos locales hacen que la tentación de probar una vez más sus abocados sabores y sus felices consecuencias sean permanentes.

Muchos bebedores y pocos conocedores, pienso. ¿Cómo se hace el pisco? Está claro que de la uva, pero ¿cómo?. Para aficionados, bebedores sempiternos y turistas la solución se encuentra en la cuna de su fabricación, ya que entre Vicuña y Pico Elqui, en pleno corazón del valle, se encuentran las industrias pisqueras que, desde la más artesanal hasta la robotizada, hacen producir y trabajar a la mayor parte de los pobladores locales.

Pisco Capel
En las cercanías de Vicuña se encuentra la planta más grande de la región: Pisco Capel. Desde antes de entrar ya se siente el aroma a pisco. Una impresionante casona colonial da la bienvenida a los visitantes, en donde la guía espera que se junte un grupo para comenzar la visita, mientras una enorme botella propagandística de 35 grados apadrina el paisaje.

Una vez reunido el grupo se da el vamos al conocimiento etílico. En la primera fase de muestra como llegan las uvas en la “recepción de uva de molienda”, en la que hay un foso con unos tornillos gigantes sin fin que limpian la uva. El primer concepto importante es que la uva utilizada es de tipo moscatel y que su producción se da entre febrero y mayo, donde más de 1500 productores se dan cita en la planta. Segundo concepto es que entre más dulce la uva, mayor grado alcohólico dará, por lo que se dividen en la producción de mejores y no tan buenos piscos.

La segunda fase del recorrido nos lleva, entre un perforador aroma a alcohol, al área de fermentación, en la que se encuentran tubos de concreto en que se calienta la uva hasta llegar a producir vino. Si, vino y ese es el tercer concepto en nuestra escuela pisquera porque del vino se saca el pisco, pero no cualquier mosto si no que uno de alta graduación alcohólica.

Posteriormente pasamos al área de destilación donde se encuentran enormes alambiques en los que el vino obtenido se le aplican altas temperaturas para obtener vapor de alcohol que posteriormente se condensa, dejando las impurezas afuera, para tener como resultante alcohol puro de uno 50 o 60 grados. Toda una bomba. Pero a no temer, aunque para otros puede ser una decepción, este destilado se suaviza con agua y ese es el cuarto concepto de suma importancia, todo pisco tiene su poquitín de agua que rebaja sus grados hasta los conocidos.

La guía, vestida de un intenso rojo, se pierde en una zona oscura, la parte de la guarda, donde barricas de madera de distinto tipo reciben al licor para su maduración. Los piscos de batalla son guardados por pocos meses en inmensos recipientes de raulí, mientras las finezas son guardadas en roble americano por algunos meses hasta llegar a un par de años.

La visita finaliza en la zona de embotellamiento, en la que un inmenso robot guarda al año la espectacular suma de 36 millones de botellas por año. Como para sentirse orgulloso.

Tanto pisco da sed y como no podía ser de otro modo, somos llevados un bar dentro de la casona inicial a compartir un pequeño pisco sour, mientras en las otras habitaciones se venden los productos de Capel en todas sus marcas a muy bajos precios incluyendo, aparte del licor, poleras, gorritos, lápices, etc. Como para salir a piscolear.

Artesanos y Rigoberto Rodríguez Rodríguez
Internándonos en el valle del Elqui, cada pueblo pareciera vivir para la producción de pisco. Negocios con sus avisos, paraderos de microbuses con sus colores y las siempre eternas plantaciones de uvas que, en algunos casos, llegan a retar a la gravedad con sus posiciones en las quebradas de los cerros.

La próxima parada es en la tierra de Gabriela, Monte Grande, donde cercana a su hermosísima plaza está la planta de molienda de Artesanos del Cochiguaz. Con su infaltable aviso del burro parrandero, da la bienvenida, pero el lugar vive en calma hasta que comienza febrero, época en que la acción llega con los viñateros de la zona. No es para desilusionarse, igualmente puede conocer las instalaciones y adquirir uno de sus productos en la sala de ventas, especialmente su figura principal: Artesanos de 50 grados, un manjarcito.

A pocos kilómetros, se encuentra el poblado de Pisco Elqui, ¿por qué el nombre, se preguntará? Hasta el año 1939, se llamaba Unión, pero Gabriel González Videla, el mismísimo presidente pero en esos tiempos diputado, propuso el cambio del nombre al llegar la noticia de que Perú quería registrar internacionalmente el “pisco” como propio. ¿Le suena?

Bueno, en este poblado se encuentra el Solar de Tres Erre, a un costado de la preciosa plaza de Pisco. En medio de cerros llenísimos de uvas y un sol constante, no apto para la caña (discúlpen el folclorismo), se puede realizar una visita todos los días del año. Acá se recibe la uva y se trabaja de igual manera que en la planta de Capel, pero de una manera mucho más artesanal. De hecho trabajan acá solamente 10 personas que son las responsables de los más de 1 millón de litros de pisco que posteriormente se embotellan en la planta de Control en La Serena, ya que Tres Erre pertenece a esta sociedad.

Además hay un museo con antiguas máquinas para la elaboración de alcohol, fotos de la zona y la infaltable y siempre bienvenida degustación. Los precios siguen bajos, con lo que se mantiene la tentación.

¿Tres Erre? Sigla de Rigoberto Rodríguez Rodríguez, uno de los primeros productores de la zona y cuya marca fue comprada por Control a sus descendientes quienes mantienen la tradición pisquera pero bajo otro nombre: Los Nichos. Ubicada a 4 kilómetros siguiendo ruta hacia Alcohuaz, puede encontrar esta planta hermosamente artesanal y en la que su principal atracción es un subterráneo que se utilizaba de cava y también de zona de divertimento, ya que don Tres Erre y sus amigos se encerraban ahí en unas juergas de días y días. Todo ello visible en los rayados de sus paredes, sus pinturas y la especial mística que se siente en su interior y que hacen, provocan e incitan a seguir el ritmo fiestoquero. Siempre con una botellita de pisco en la mano. Salud.

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